El 4 de diciembre de 1917 un grupo de jóvenes arrendaron, por veinte pesos mensuales, un lote de dos fanegadas y media, ubicado en el barrio La Magdalena, en el sector que se conocía como el Camellón del Tranvía a la orilla del río Arzobispo, en lo que hoy es la avenida 39 con calle 13. Fue allí como Carlos J. Müller, Carlos Estévez Bretón, Rafael Ordoñez, Ernerst Schmidt, Julián Clavijo, Olinto Blanco, Otto Schmolinske, Carlos Schader, Raúl Clavijo, Vicente Sánchez y Rafael Torres fundaron el América Sport Club.
Paradójicamente el escenario que pronto se convertía en uno de los más importantes del deporte blanco nació más como una respuesta para suplir las necesidades de los seguidores del fútbol, quienes buscaban un campo donde pudieran practicar ese deporte que también había llegado de Inglaterra unos años antes que el tenis y estaba en pleno furor.
Prácticamente con las uñas construyeron las primeras canchas de fútbol y tenis, al lado de una precaria casa ya existente en los terrenos, que sirvió como sede durante los primeros años de vida del club.
Dos años después con el esfuerzo de los 25 socios con que ya contaban en ese momento, levantaron un kiosko de dos cuartos y servicios que utilizaban como vestier y como un sitio de reunión y descanso. El primer presidente fue Rafael Ordoñez quien al año siguiente fue cambiado por Raúl Clavijo, nombrado por votación.
Fue tanta la acogida del club que la gran afluencia de socios – llegaron a los 60 – obligó a que, en 1920, se tuvieran que levantar más campos, que pronto se convirtieron en testigos mudos de los encuentros disputados entre las mejores raquetas del momento.
Pero los reñidos partidos y la competencia no solo eran sobre el campo de juego, en 1924 al popular club le apareció un rival, cuando Jorge Wills y Honorato Espinosa, quien era propietario de una finca llamada “La Magdalena”, decidieron fundar otro club situado al pie de la carrilera del tranvía.
La Magdalena era vecino del América Sport Club, porque sus terrenos, lindaban por el norte, separados por un bello bosque y el famoso Río Arzobispo. De esta manera, entre los dos clubes surgió una sana rivalidad que se traducía en la disputa de unos entretenidos partidos entre los mejores tenistas de cada equipo.
Jugando “al oído”, porque ningún deportista nacional sabía lo que era un profesional, realizaban emocionantes encuentros que la afiebrada afición aplaudía hasta el cansancio. La gente esperaba con ansia el domingo para ir al club de turno y ver de cerca a sus ídolos. La velada terminaba en baile de charleston, el último grito de la moda en ese momento, que interpretaba la orquesta Jazz del maestro Atanasio Bolívar.
En 1937 al América Sport Club inauguró una nueva cancha con una gran fiesta a la que asistieron todos los socios.
En 1938 la inauguración de los juegos Bolivarianos realizada en el América Sport Club, fue a bombo y platillos como se lo merecía un certamen de esta importancia.
Después de un largo despliegue nacional, entre los años 1924 y 1938, por su parte en Bogotá se había vuelto a despertar el entusiasmo y gracias a jugadores como Darío Behar, José Alejandro Cortés, Carlos Restrepo, Carlos Samper Wills y Harry Faccinni, quien era un prominente juvenil surgido del América Sport Club, había conquistado el título suramericano de su categoría, venciendo en la finalidad al chileno Luis Ayala, quien en ese momento era el jugador que más triunfos le había dado a su patria.
El 1942 el América Sport Club ya había trasteado su sede a la actual (Barrocolorado) expulsado de la carrera 13 por un “accidente de tráfico” y contaba con una gran casa que alojaba a todos los entusiastas del deporte blanco.